Esta focal tiene una serie de características que hacen que los retratos ganen en naturalidad, estética y presencia. Voy a contarte por qué es tan especial y cómo se traduce en la práctica con el Kase 85 mm f/1.4.
1. Compresión de la perspectiva: Uno de los mayores retos en retrato es evitar deformaciones. Si usas un gran angular y te acercas demasiado, la nariz crece, las orejas se escapan hacia atrás y el rostro se ve raro. El 85 mm, en cambio, mantiene la proporción del rostro natural y favorecedora. Aporta una ligera compresión que suaviza facciones y hace que el retratado se vea como en la vida real… pero con un puntito de magia extra.
2. Distancia cómoda con la persona retratada: Otro punto clave: el espacio. Con un 85 mm no necesitas acercarte demasiado al sujeto, lo cual ayuda a que se sienta más cómodo y natural. Estás a una distancia perfecta: ni demasiado lejos para perder conexión, ni tan cerca como para invadir su espacio personal. Eso se traduce en gestos más espontáneos y retratos que transmiten.
3. Profundidad de campo y desenfoque (bokeh): cuando un 85 mm tiene una apertura generosa, como el f/1.4 del Kase, el fondo desaparece suavemente y el protagonista queda perfectamente aislado. Ese desenfoque (bokeh) no solo ayuda a dirigir la mirada hacia el sujeto, también aporta atmósfera y estética cinematográfica a la imagen. Es como si cada retrato contara su propia historia.4. El Kase 85 mm f/1.4 en acción En mi experiencia, el Kase 85 mm f/1.4 cumple con creces todas estas promesas.
- Es luminoso, lo que me permite trabajar incluso en condiciones de poca luz.
- Su nitidez es altísima, algo que agradezco cuando quiero detalles finos en la piel, el cabello o la mirada.
- Y el desenfoque… suave, cremoso y natural. Justo lo que busco en un retrato con intención.
